top of page
Blog: Blog2

Mentir fue necesario

  • Foto del escritor: Carlos Rodríguez Mora
    Carlos Rodríguez Mora
  • 29 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

No te voy a robar ni un solo minuto más, nuestras eternas meteduras de pata ya han pasado a la historia, ahora ambos somos libres, ahora podemos ser el desastre de otras personas, nosotros ya fuimos nuestro desastre preferido, ahora nos toca ser aquello que nunca fuimos, dos desconocidos. Sé que nunca llegará el día en el que te olvide del todo, que habrá muchas que intentarán ocupar tu lugar y muchas con las que te intentaré sustituir, pero el fuego que hay en mi corazón no habrá tormenta que lo pueda apagar, eres desde el primer día en que te conocí la protagonista de mi historia.


Volamos a una velocidad plasmante, todos nos advertían de nuestra rapidez, nosotros les contestábamos con descaro, ¿qué importaba si nosotros nos queríamos? Nos prometimos algo más que un amor eterno, un para siempre salió de entre nuestros labios, aire cubierto de sentimientos calientes, ahora sé que fueron palabras vacías, que éramos demasiado jóvenes como para controlar nuestro valor.


A pesar de ello, no me arrepiento de nada de lo realizado y sí de lo no hecho por mis miedos, esos con los que me ponía a sudar, con los que mis ojos cogían un tono tan rojizo y daban una sensación de humedad que tú no aguantas, mi tartamudez desgarrada al no saber como controlar la situación, mis cabreos constantes al no saber qué hacer, al querer buscar la perfección y no hallar el plan ideal con el que poder hacerte feliz. Ahora sé que volvería a repetir una y otra vez, que hasta en el peor de mis días eras capaz de sacar una sonrisa y me provocabas en mí una similar, pero no tan perfecta ya que mi cara siempre estaba cansada, triste y con ojeras.


Perdido en mi propio afán de encontrarme, miró constantemente el paso del tiempo y los días en el calendario, siempre tan preocupado con lo que me decantaría el futuro, siempre con unas expectativas tan altas que no era capaz de mirar al frente, a mi presente, a lo mucho que tenía y lo poco que llegué a valorar. Como me jode tener que hablar utilizando verbos en pasado, hablando desde la distancia de lo que fuimos; como me jode no poder olvidarte.


Siempre bromeábamos de mi edad, de lo mucho que me molestaba no poder parar el tiempo y hacer que fuera eterna, lo que nunca te dije es que nunca quise ser eterno, sino lo que quería era poder congelar aquellos momentos y repetirlos hasta el amanecer de que sé yo que día. Después de mil guerras, no cualquier bala hace daño; vuelvo a experimentar los sentimientos de soledad, los constantes desprecios de la vida, los ataques existencialistas que tengo al no encontrar un lugar al que pueda llamar hogar, porque lamentablemente solo una vez me he sentido como en casa, pero el cuento terminó cuando con el ‘fin’ me robó tu sonrisa.


Navegar en vela nunca fue muy fuerte, elegía adaptarme y dejarme llevar por tus gustos, por mis envidias, por mi fascinación ante la infinidad de cosas que sabías hacer. Nunca había conocido a alguien tan completa, nunca pude comprender que viste en mí, nunca fui suficiente, todos sabíamos que nuestros caminos se acabarían separando. Tenía que ser más duro, fuiste una debilidad, algo con lo que no podía conciliar; fuiste ese rayo de luz que alumbra las noches de crueles tormentas, eras demasiado para mí.


Tengo que mentirte y decir que ya he olvidado nuestro camino secreto, que mis nervios han cesado y que ya no siento mariposas en mi estómago, que los planes nocturnos y los no quédate no los volveré a repetir, porque si tú eras una mariposa yo fui mi estómago y te tuve encerrada sin darte libertad. Siento decirte que no quiero que vuelvas a mi cárcel, nunca te daré explicaciones, nunca te diré que de vez en cuando alguna lágrima se rebela ante mí, al pensar en ti.

Comments


©2019 by Bala Perdida. Proudly created with Wix.com

bottom of page