Bipolar
- Carlos Rodríguez Mora
- 29 abr 2019
- 2 Min. de lectura
Brillantes, como los ojos de dos locos enamorados, perdidos cada uno en su mirada, jóvenes, risueños, perdidos el uno en el otro, cada uno en su lugar favorito. Con la idea clara de que no es la mirada, sino quién te mira. Y es que ellos saben perfectamente por quién quieren ser observados. Cumpliendo uno de esos objetivos secretos y callados de esta sociedad: una vez en la vida hay que cambiarle la vida a alguien.
Reconociendo el valor, el esfuerzo y el sacrificio de querer hacer algo juntos, sin miedos y sin falsas explicaciones, queriendo descubrir con aquella persona que es la ideal, aquello que nadie ha descubierto antes, ayudándose mutuamente a descubrirse a uno mismo. Con la idea clara de que la persona con la que estás es la persona que te promete que te va a bajar las estrellas y no con quién te haga soñar con ellas.
Hay personas que esperan al caos para arriesgar, el estar hundido y esperar que un día salga el sol y todo cambie. Quizás esas personas no necesitan nada más que un abrazo de esos que son especiales, eternos. Que les den un sí, porque sí.
Ocultar mis sentimientos en falsos personajes y en aparentar ser el narrador perfecto. He llegado al punto en el que no quiero volver a ser nada, porque ser un ignorado cansa cuando ya te han mirado con esa mirada. Prometerte ir a París y terminar en Roma, mentirte al decirte que me sabía el camino, descubrirnos a nosotros mismos cuando estamos perdidos.
Mi miedo te recuerda todos los días, hiciste de un corazón roto uno mejor, arriesgaste y supiste unir dos corazones que habían estado injustamente fragmentados. De mí me olvido con frecuencia, cómo no lo voy a hacer si descubrí a alguien tan bonita como la vida. Ha escondidas te digo estas cosas, no vaya a ser que alguien se entere y me diga que tengo un motor con sentimientos en el pecho.
Estamos en un mundo injusto, en un lugar en el que no podemos ser libres salvo que estemos aislados del resto. Estamos en el mundo ideal para los poetas, un sitio de dolor y en el que poder escribir poesía; un mundo idealizado, pero en el que si hablan de ti te hieren con sus comentarios. Hay parejas que no aguantan las críticas, pero a mí lo que más me jode no es eso, sino que por ser como eres siempre haces trampa, siempre tan independiente y tan a tu bola. Parece que cuando no me tienes no me necesitas, el amor es una mierda.
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