Desde dentro
- Carlos Rodríguez Mora
- 9 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 abr 2019
No es fácil asimilar los errores cometidos, tampoco lo es, saber que vas a volver a tropezar con la misma piedra una y otra vez. Fallos y miedos unidos en el altar, llantos de un alma atemorizado, un alma del que nunca nadie ha escuchado hablar. ¿Quieres saber cómo mejor se entienden las cosas? Desde dentro.
Una voz guía la ruta de nuestro destino, una voz desconocida, pero a la vez conocida; una voz que se encuentra dentro de nosotros y que siempre callamos, una voz procedente de nuestra alma, de nuestras experiencias, de nuestros fracasos y de nuestros miedos. Una voz especialmente escondida, siempre a la sombra de los demás, una voz que eres tú, una voz que quieres callar.
Ruido. Mucho ruido. Ese que nos hace cambiar, ese que nos afecta de manera real, que incluso provoca que hagamos daño a los demás, nos ciega, nos somete, nos intimida y nos miente. Mil mentiras en una sola palabra, en una sola sílaba. Juzguen ustedes desde dentro, ¿ven cómo son?
La ceguera de la amistad o más bien de los intereses. La ceguera de la popularidad y de la incondicionalidad momentánea del momento, de la adolescencia presuntamente eterna, de la creencia del poder irreal y de la actitud sin límites. Recuerden esos momentos en los que se dejaron llevar por un supuesto “amigo”, ese que siempre te llevaba a cometer errores, ese con el que solo ocurrían problemas, ese que se olvidó de ti cuando algún día lo necesitaste. Piensa donde está, imagina lo perdido que se encontrará.
Caminos y millones de destinos. La ruta de lo desconocido, los viajes sin preparar, las amistades de verdad, los rincones por explorar, los bares de las esquinas por los que pasar, las citas eternas de nunca acabar; esperar aguardados en un rincón para evitar la lluvia, sentir la calma en la tempestad, contemplar el amanecer, dormir abrazados, despertad y respirar, sentir felicidad, besar, amar, vivir en paz.
Afuera las cosas no son tan fáciles, volvamos a la realidad. Horarios, rutina, el despertador y sus cinco alarmas, el desayuno de camino a la universidad, la falsedad, los apuntes, los trabajos, las prisas, el gimnasio, la ducha, repasar, cenar; ¿No nos damos cuenta de que nunca paramos, de que nunca tenemos tiempo para nosotros mismos, de que no disfrutamos sin estar con nuestros amigos? Desde dentro lo vemos, desde fuera se afronta. Desde dentro se sufre y desde fuera se disfruta.
Déjenme un poco de tiempo que les prepare un juego, disfruten del señuelo, visualicen como coloco una a una las fichas del domino, que construyen un dibujo. Piensen en uno. ¿Ya lo han hecho? Dígalo en voz alta, ¿a qué no pensó en usted? ¿A qué no pensó en aquello que de verdad importa? ¿A qué solo pensó en lo que yo estaría pensando?
Un último consejo, no piense en los demás, sea usted el protagonista de su vida. Viva, desde dentro.
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