¿Casualidades?
- Carlos Rodríguez Mora
- 11 mar 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 abr 2019
No hay nada más perfecto que creer en las casualidades, en aquello que debe ocurrir por obra del destino, esos caminos separados, cruzados y, a la vez, entrelazados que llevan a unas personas a unirse con otras por obra del azar. Así que ahora te pregunto, ¿crees en las casualidades?
Perdóname si con mi introducción te hice pensar que íbamos a hablar del amor, lo siento, no lo haremos. No es casual que quiera tratar un tema como al azar, si antes de comenzar a escribir decidí jugármelo a dados. En este texto quiero hablar de lo que tenemos y de lo que no, de las enfermedades con las que tenemos que pelear y con las que no, de quienes tienen que sufrir por las guerras y los que no, de los que se encuentran engañados y de los que no.
No puedo concebir que en este mundo haya desconocimiento, no puedo comprender como los occidentales podemos ignorar todo el mal que hemos hecho y nos quedamos tan a gusto en nuestros nidos de paz, paz que no dentro de mucho se volverá en guerra, pues si hay algo que caracterice al ser occidental es su codicia por conquistar. ¿Casualidad que el hombre sea malo? No.
Enfermedades, infecciones o simples resfriados que en una parte del mundo causan la muerte de miles y miles de ciudadanos, mientras que en ciertos países únicamente necesitan una simple inyección en unos casos gratuitas y, en otras, son tratadas con unos míseros precios, cuando en el otro lado del charco nadie pone remedio a esto. ¿Casualidad? No creo.
Crisis de refugiados al verse envueltos en conflictos que no entienden, en ataques que no han decidido y que no se les ha preguntado, tan solo se han visto envueltos en algo más grande que ellos. Eligen la decisión de huir y son vistos como cobardes, como traidores de la patria, como ratas que no merecen nada. ¿Acaso tu lucharías? ¿Querrías ser un héroe muerto en una tierra de cadáveres? De nuevo, ¿casualidad? No creo.
Ciudadanos encontrados en el lujo más amplio de la historia de la sociedad, pero a su vez ciudadanos desamparados en el umbral de la pobreza habitual. Contraste de sueños y de aspiraciones, diferencia dentro de un mismo país, de un mismo continente y de un mismo mundo, desigualdad en derechos, en libertades y en deberes, disparidad entre hombres y mujeres; un mundo que no es justo, una sociedad en la que pasa el tiempo y nunca cambia, un lugar repleto de casualidades manipuladas.
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