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Ahog[Arte]

  • Foto del escritor: Carlos Rodríguez Mora
    Carlos Rodríguez Mora
  • 7 abr 2019
  • 2 Min. de lectura

La derrota nunca había sido tan sacrificante, la humillación no pude ser tan gloriosa, los llantos por la derrota no causaron dolor, sino felicidad, caer y levantarte, caer y observar cómo has triunfado.


Un siglo XXI hecho solo para vencedores, genios, aventureros, personajes creados por y para una acción en particular, conocer el éxito. Ser los referentes de este espacio de la historia, ser y ser para siempre, ser eternos en su inmensidad y recordados hasta la infinidad de generaciones que habiten en la Tierra.


Personas perfectas, eternas, líderes, dioses terrenales. Figuras sin sentido, personas que no lo son tanto ya que hace mucho que dejaron aquello que tanto caracteriza al humano que son sus fallos. Ver cómo alguien cae y no darle la mano, pensadores de victorias sin importar lo que cuesta. Competitividad al máximo, creadores de nuevas cadenas, esclavos de nuestros éxitos, perdedores de la vida, olvidados entre los que más los quisieron, soñadores de pesadillas, crueles con ellos mismos.


La daga de la actual sociedad nos golpea a todos. Vivimos atrapados en sueños despiertos, siempre exprimidos como máquinas llevados al límite, reutilizados en sus defectos y prescindibles en su caso cuando hemos fallado. Violentos en nuestra infancia, crueles a lo largo de la vida, ciegos, manipulados, ignorantes ante este tipo de vida.


Hace mucho que me cansé de seguir las normas, hace mucho que llevo contemplando a través del espejo y no de mis ojos, la desazón de nuestros corazones nos ha exprimido nuestra alma, se evaporó, se desintegró, se esfumó como si nada, como si nunca hubiera formado parte del hombre, como si en su historia nunca hubiera existo, como si alguien hubiera querido que lo olvidáramos.


Alma es sentir cuando lo necesito, alma es creer en lo que no veo, alma es tener aquello que necesito sin tenerlo. Creer primero con tu corazón olvidando los estímulos perfectos de nuestra cerebro, impulsos creativos de falsos sueños en nuestra realidad, mundos virtuales que parecen reales, mundos similares, mundos más crueles por su perfección, mundos en los que se respetan todas las normas y en los que existe la perfección, mundos que con un espejo podríamos contemplar que nunca existirán en la realidad, mundos que convencen a nuestros ojos de lo que ven, submundos y no mundos que hacen olvidar lo que tenemos en realidad de frente.


La ocasión necesita verdades, la pasión de unos actos desembocados en la humanidad de nuestra inspiración, relatar aquello que creímos que nunca podría ser contado de una manera diferente, pensar en el final de la palabra “ahogarte” para salir de una burbuja aislante.


Un resumen extremo entre lo que pasa en nuestra sociedad, seres recordados por sus medallas y sus méritos, seres impregnados de esa droga conocida como éxito, vidas confundidas entre normas y falsos testimonios, sueños apostados a una sola carta, vidas jugadas al azar, una sociedad perdida al no saber como escapar. Ahogarte entre tus sueños y nunca despertar, despertarte al tirarte al agua es lo que debería pasar.

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